viernes, 31 de diciembre de 2010

1 de Enero Santa María, Madre de Dios


“María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2, 19 )


La Iglesia nos invita a celebrar a María, Madre de Dios en el primer día de cada año y esto debe hacer muy especial el comienzo de cada uno de ellos.
María, que conserva estas cosas y las medita en su corazón es una imagen preciosa para imitar en este principio de año. En efecto, llegados a este punto de cada una de nuestras historias es importantísimo que aprendamos a mirar en el fondo de nuestros corazones los sucesos que hemos protagonizado. No se trata de un ejercicio de la facultad de la memoria solamente, sino que es un recuerdo meditativo. Tampoco es una reflexión simplemente humana sobre los acontecimientos del año y los años anteriores.

Guardar las cosas y meditarlas al ejemplo de María, implica descubrir en ellas las manos providentes de Dios que nos ama.

Sí, porque en todas las cosas que nos pasaron y pasan está Dios. Incluso en aquellas que, a primer golpe de vista, nos pueden parecer negativas. María no sólo guardaba el anuncio del ángel, la visita de los pastores que contaban la aparición del coro celestial cantando el gloria. María también recordaba y meditaba las angustias de San José, el decreto autoritario del Emperador que los había puesto en la tremenda situación de recibir al Niño en un pesebre para animales. Esto no amargaba el corazón de la Madre Inmaculada, no la desalientaba, ni la resentía. No la bajoneaba, ni la deprimía, porque sabía que todas las cosas son queridas, o por lo menos permitidas por Dios, en vistas al bien de los hombres. Aunque ese bien, todavía esté lejano. Aunque se lo descubra como tal dentro de varios (tal vez muchos) años.

Nosotros debemos imitar a la Virgen en esta virtud de la meditación de los acontecimientos de la propia vida. Habrá cosas que ya están claras, pero otras muchas que no. Lo mismo le pasaba a Ella. Las que estaban esclarecidas, seguramente las agradecía y las que no, las esperaba con la confianza de quien sabe es amado por Aquel a quien pertenecen el tiempo y la eternidad.

Hagamos lo mismo.

Que descubrir la mano providente de Dios, incluso en el dolor, confiar en ella, nos impulse a trabajar constantemente por el bien de nuestros hermanos y por nosotros mismos, sin dejar lugar al odio y las venganzas; más bien a la esperanza de la redención, del cambio, de la conversión.

Feliz Año Nuevo para los hijos de la Madre de Dios ¿Hay alguno que no lo sea?

jueves, 30 de diciembre de 2010

viernes, 24 de diciembre de 2010

La Buena Noticia de la Navidad


María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue (Lc 2,7)

Hoy celebramos el nacimiento de Jesús. Sabemos que se trata de una fecha puesta arbitrariamente, ya que en la antigüedad no era propio de los pobres celebrar sus cumpleaños; esto sólo lo hacían los ricos, como el rey Herodes (Mt 14,6; Mc 6,21) Históricamente no contamos con ninguna fuente que nos diga la fecha exacta del Nacimiento del Salvador.

Esta carencia de datos científicos nos lleva a concluir que es verdad aquella vieja frase: cada día es Navidad, si cada día nace Dios. El hecho que no se señale el día puntual del nacimiento de Cristo, lo mismo que su Pascua (aunque esta está calculada), es porque al hacerse hombre el Hijo de Dios, vino a salvar toda la historia humana, no sólo un día de ella. Es una salvación que no está circunscripta a una época, ni a un pueblo.

Esta es, precisamente, la gran noticia del Evangelio: en Cristo podemos alcanzar la salvación eterna. Dios nos ha amado tanto que vino a rescatarnos del mal que nosotros mismos producimos: No sólo del pecado original, sino de todas las faltas que realizamos conciente y libremente a lo largo del tiempo. De hecho el angel que se le aparece a los pastores les anuncia esto: les traigo una buena noticia (eu-angelion), una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor (Lc 2, 10-11)

En esto consiste el Evangelio, en saber que en Cristo todos podemos salvarnos y que, por lo tanto, no tenemos por qué resignarnos al mal del mundo, ni a nuestras propias maldades. Podemos salir de todas ellas. Jesús es nuestro hermano salvador. Por eso San Lucas lo presenta como el primogénito

Efectivamente, cuando se refiere a Jesús como el primogénito, no lo hace con la intención de señalar que la Virgen María tuvo otros hijos con San José. De hecho este término se aplica al primer hijo. Llegue o no a tener hermanos, se lo denomina así. Pero, todavía más: hay que entender este título dentro de la Teología Paulina (Recordemos que Lucas es discípulo de Pablo). Jesucristo es el primogénito de toda la creación, el primero en resuscitar, es el primero en todo, en el que toda la creación debe ser recapitulada (Cf Col 1, 15. Ver también Heb 1,6); el primogénito de muchos hermanos (Rom 8,29). Evidentemente, no se refiere a hijos de la Virgen y San José, sino a todos los hombres que pueden ser salvados. Viendo así las cosas, es claro que en la Biblia no se dice que la Virgen tuvo otros hijos, sino que todos somos hermanos (menores) de Cristo y que en Él, podemos ser salvos.

En esta Navidad, dejémonos arropar entonces por la Virgen con la Salvación que Cristo nos trajo. Así como lo envolvió en pañales en el pesebre, que Ella también nos vista con esa salvación; que nos revista de Cristo Jesús, su Primogénito

Feliz Navidad para todos

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ocho de Diciembre, día de la Pura y Limpia Concepción del Valle


Hoy celebramos la Inmaculada Concepción de María

La Iglesia, para representar este Misterio, recurrió a imágenes. Ellas no son en sí mismas la persona viva de María, sino una figura suya. Como nuestras fotografías que son figuras nuestras, pero no nosotros mismos, así las estatuas o estampas de la Virgen, de los Santos y de Dios mismo, son realizadas para ayudarnos a tenerlos presentes y comprender mejor los misterios de nuestra fe.

Una de esas imágenes de la Inmaculada Concepción apareció misteriosamente en una gruta de Choya, sin que se le conozca autor, ni fecha de confección. Aborígenes que ya serían cristianos o estarían por bautizarse, la encontraron allí y comenzaron a rendirle culto, con mucho cariño. Con el tiempo, la imagen fue llevada al poblado cristiano, donde había también españoles. En un primer momento estuvo en casa de Don Manuel de Zalazar. Como era una imagen de la Inmaculada Concepción se la comenzó a llamar como La Pura y Limpia Concepción del Valle. Por eso la Virgen del Valle se celebra todos los 8 de Diciembre. No se trata de dos fiestas de María, sino de una única celebración de la única Madre de Dios, la Santísima Virgen del Valle.

La Concepción Inmaculada de María, nos pone frente al hecho de la existencia humana desde su primer instante.

Queremos compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el porqué y las consecuencias del valor de la vida humana a la luz de la Inmaculada Concepción de María

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