sábado, 16 de octubre de 2010

FELIZ DÍA DE LA MADRE

Qué podremos escribir sobre la madre. A veces la pequeñez de una palabra no abarca la riqueza de la realidad. Sin embargo, a pesar de esta limitación, la palabra es el medio privilegiado por el que Dios se comunicó con la humanidad. Y es que, si por un lado, la palabra es pequeña, por otro es grande. Es la única manera de aproximarnos al ser de las cosas, de descubrirlo, de darlo a luz en nuestro espíritu. De hecho, no en vano es la palabra, como expresión del concepto, lo que nos distingue como seres humanos.

Pero la Palabra de Dios, manifestación divina en moldes humanos, no es solamente una cuestión de códigos idiomáticos o de abstracciones mentales. Por supuesto que los utiliza y se expresa a través de ellos. Sin embargo, la Palabra Divina en realidad es un Alguien, más que un algo. Ese Alguien es Jesucristo mismo. El Evangelio de San Juan es el que enseña, directa e inequívocamente, este misterio tan sublime: "El Verbo (Logos, Palabra) se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14)

Lo hermoso es que esa encarnación del Verbo, tuvo lugar en el seno virginal de una Mujer. Dios quiso necesitar de Ella. El Hijo de Dios quiso ser Hijo de María. Nacido de una mujer expresará San Pablo en la Carta a los Gálatas (4, 4) Pudo haber sido de otro modo, pero es evidente que si este fue el elegido por Dios, es porque este era el modo perfecto.

Este hecho es el que nos pone delante del verdadero y sublime misterio de la maternidad. Dios quiso realizar su obra salvadora con la colaboración necesaria de una mujer, María Santísima. La Maternidad es entonces, un instrumento de salvación Divina para la humanidad.

Sin menoscabar, todas las apreciaciones emotivas y afectivas que podemos dar a nuestras madres en el día de hoy. Sin tirar por la borda todas las joyas literarias y artísticas que en este día se le brindan a las madres. Sin despreciar los pequeños detalles y regalos que les podemos hacer; muy por el contrario, abrazando todos ellos, podríamos mirar bajo esta lente la maternidad.

Madre es la mujer que se ha dejado abrazar por Dios, involucrándose en su obra de salvación. Esa es su vocación.

Engendrar un hijo, gestarlo, darlo a luz es asociarse con Dios para obtener la salvación eterna de ese nuevo ser humano. Por eso, la madre no puede reducirse a una simple gestora. No es solamente la que da el ser (que no es poco), sino la que posibilita la redención de un ser humano.

En definitiva, es el Señor el que quiere que venga a la existencia una persona; pero no para que intente ser feliz durante apenas ochenta o noventa años, sino para que sea feliz toda una eternidad. Para que eso se lleve a cabo cuenta con la colaboración principal de una mujer, de una madre...

Una verdadera mamá es quien se hace co-redentora de sus hijos, como María es co-redentora con Cristo de la humanidad entera. Por eso, su gozoso deber no puede ni explicarse ni agotarse solamente con la alimentación, vestido, educación, promoción social, de su prole; sino que va mucho más allá: traspasa las fronteras de la eternidad.

Vocación enorme la de la maternidad que una mujer no puede llevar a solas sobre sus espaldas, que requiere la ayuda incondicional de todos, principalmente de un esposo y de sus mismos hijos.

Recemos a la Madre del Cielo por todas nuestras madres y pidámosle que aprendan de Ella y que nosotros no las abandonemos jamás.

Feliz día, mamá!!!