lunes, 4 de julio de 2016

LOS LLAMADOS A LA MISIÓN NO SOLO SON EL PAPA, OBISPOS, SACERDOTES Y RELIGIOS@S....

Jesús llamó, además de los doce, a setenta y dos discípulos más. Pero no sólo los llamó sino que también los envió (misión). Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos, todos estamos llamados a la misión. El “excusómetro” del Evangelio del Domingo pasado, nos tiene que haber ayudado a medir el nivel y la falsedad de nuestras “excusas”. Para Cristo no debería ni debe haber excusas.
No sólo tenemos que ser discípulos de Jesús (admirar, adorar, glorificar, llevar identificaciones, etc.) sino que hay que ser misioneros (testimoniar, anunciar, obrar, perseverar, orar, etc.); discípulos y misioneros de nuestro Señor, para que nuestras familias y comunidades, tengan vida en Él.
La Iglesia de Latinoamérica y del Caribe te invita a sumarte a la Misión Continental. Es vivir en un estado de misión permanente para pasar de una pastoral conservadora a una pastoral decididamente misionera. Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos somos co-responsables de la única misión: El Reino de Dios en este mundo.
El Papa Francisco nos invita constantemente a ser una “Iglesia en salida”, es decir una Iglesia Misionera. ¿Y qué se nos pedía en la Oración y en el Himno del reciente Congreso Eucarístico Nacional?: “Con la alegría que nos da tu Palabra, salimos al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar juntos una cultura del encuentro en la patria, siendo auténticos discípulos misioneros” y en el himno cantábamos: “Haz que salgamos al encuentro de quien necesita más. Como tus discípulos, es el lío del amor”.
Como escuchamos en el Evangelio de hoy “la cosecha es abundante, pero los trabajadores con pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”; no descuidemos la oración por las vocaciones de especial consagración ni la oración por la familia, que es el semillero de vocaciones. Así también, no desoigamos las palabras que a continuación nos expresa Jesús: “¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos”.
Hagámonos estas preguntas: ¿Cuál considero que es la cosecha a la que el Señor me invita a trabajar? ¿Desarrollo actualmente alguna labor misionera? ¿He experimentado la compañía de Jesús en los momentos difíciles de mi misión? Ir de dos en dos, implica trabajo de equipo: ¿Me siento cómodo trabajando con otros?

Jesús, que acojamos tu llamado y atendamos tus recomendaciones muy diligentemente; sabemos que los más importante no es que nuestros nombres estén en calles o placas, nuestra imagen en una estatua, sino que se encuentren grabados en tu Reino celestial. Señor, aquí estoy, envíame a evangelizar donde Tú quieras. Acompáñame en la misión que me encomiendas.
Pbro. José Casimiro Torres