lunes, 19 de diciembre de 2016

Cuarto Domingo de Adviento

No somos imprescindibles pero sí importantes


 «José, hijo de David, no temas aceptar a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21).

«Al lado de la Virgen está José, su esposo. Un joven humilde, trabajador de pueblo, que nos da un ejemplo de actitud abierta hacia Dios y sus planes. Él no entiende del todo el papel que Dios le asigna en la venida del Mesías. El evangelio nos ha contado sus dudas: no porque sospeche nada de María, o porque ignore lo que en ella ha pasado. Precisamente porque José ya conoce el misterio sucedido y sabe que el hijo que va a tener María es obra de Dios, por eso, en su humildad, no quiere usurpar para sí una paternidad que ya sabe que es del Espíritu y se quiere retirar: no comprende que él pueda caber en los planes de Dios. Es el ángel el que le asegura que sí cabe: va a ser esposo de María y por eso va a hacer que el Mesías venga según la dinastía de David. José acepta los planes de Dios. Junto con María, también José es un modelo para todos nosotros, abierto a la Palabra de Dios, obediente desde su vida de cada día a la misión que Dios le ha confiado». (J. ALDAZABAL)

Siempre me da la vuelta por la cabeza lo siguiente: “para Dios, nadie es imprescindible, pero para Él, todos somos importantes”. Es decir que Dios continuará su plan de Salvación a pesar de nuestros no tan frecuentes y de nuestras rebeldías tan fáciles; por el contrario, Él nunca se cansará de buscarnos y de ofrecernos la salvación. Ninguno de nosotros puede sentirse un excluido o marginado de Dios; Él no nos abandona ni nos hace de menos; en todo caso, si discernimos bien, somos nosotros los que caemos ante estas exclusiones y marginaciones. Por tanto, tratemos de descentrarnos, sacarnos de “yo y sólo yo”; esta es una vieja y renovada tentación: considerarnos irremplazables e insustituibles. No se trata de abandonar puestos, responsabilidades y encomiendas así como así, sino de superar nuestra estrechez y autoreferencialidad.

Sepamos abrirnos a los planes y caminos de Dios. No desesperemos si hoy nos sentimos como José un poco confundidos y solos; cultivemos la docilidad y la humildad de San José para que en su momento, veamos con más claridad y podamos caminar con mayor firmeza ¡¡¡Buen domingo!!!
 Pbro. José Casimiro
Párroco de N.S. del Rosario
Colalao del Valle